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Guionista Ernesto González: Ganar respeto y no dinero.

  • Fausto Durán
  • 24 jul 2017
  • 2 Min. de lectura

La Industria cinematográfica dominicana debe hacer cambios significativos. Al hacer esto, las películas dominicanas prosperarán en otros ámbitos, generando beneficios adicionales para nuestra industria local, además de que atraerán nuevos talentos y ayudara a mejorar la economía. La carencia de un buen guion es el principal indicador de la baja prosperidad de cine dominicano.


El guionista dominicano Rafael Ernesto González plantea que “las historias son muy l


ocalistas, que necesitan abrirse más, ser más universales en cuanto a los temas que se toquen.”


Las tramas utilizadas en las historias contadas por los cineastas, limitan demográficamente y también en lo territorial aquello que es narrado, es decir, el espectador extranjero no se relaciona con lo que es plasmado en la pantalla gigante, como es el caso de las películas en el género de comedia. El lenguaje, bromas y frases típicas de la región no se entienden en otros países.


Al haber una mayor demanda del público internacional, las películas dominicanas se proyectarán en más salas de cines. Más personas irán a verlas, lo que se traduce, en más ventas de taquilla dando como resultado a un mayor volumen de ventas. El mercado local se limita a un aproximado máximo de 500 mil boletas equivalente a US$ 1 millón y medio de dólares, en comparación con el mercado internacional que puede lograr recaudar hasta US$ 1 billón de dólares en taquillas.


“Si aquí hubiera 40 millones de persona aquí habría mercado. Aun esto no es una industria cinematográfica establecida ya que este producto lo consume poca gente”, expresa el productor Hensy Pichardo al ser cuestionado sobre el tema. Al conseguir este mercado, la industria fílmica dominicana podría desarrollarse a mayor velocidad.


Expresa que “popularmente Andrea es una película mala pero…es la que más ha vendido boletas, permaneció por 3 meses en las salas de cine. El público rompió las vitrinas de 3 cines cuando se estrenó la película por la cantidad de personas que quería verla.”. A partir de este postulado, se deja entrever la necesidad de afinar mejor las ideas y perfeccionar el cine dramático que con frecuencia de intenta y fracasa en términos de producción.


Tradicionalmente, los directores dominicanos abarrotan las salas de cines de espectadores que al final del día se convierten en críticos de su propio consumo.


 
 
 

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