Un viaje a las Noches de Jazz
- Fernando Alvarado
- 2 jun 2017
- 3 Min. de lectura
Cada jueves las escalinatas del Conde en la Zona Colonial, se disfrazan de luces e instrumentos para dar lugar a las famosas “Noches de Jazz” . Esta vez Nicole Santiago, sería la voz de la noche y docenas de personas se dirigen al lugar para presenciar el espectáculo de la joven cantante.
Empiezan a llegar los espectadores y paso a paso, se revela ante los curiosos una imagen sorprendente para quienes conocían las viejas Escalinatas en su tranquilidad. Los escalones, cual anfiteatro, repletos de personas.
Ya sentados la llovizna cesa, y anuncian que el evento va a comenzar. El bullicio se calma y el público recibe con un aplauso a los músicos de la noche. Y así como los nuevos visitantes habían ansiado, los músicos empiezan uno a uno a afinar sus instrumentos. Primero inicia la percusión, creando con sus golpes un ritmo a 4 tiempos, se le une el piano, y luego la primera guitarra, uno que otro de los presentes empieza a chasquear los dedos, y finalmente entran la bajista y, en vez de la segunda guitarra, unas maracas. 8:36pm la estrella de la noche, Nicole Santiago, enmarcada en pliegos rosados, mueve su cuerpo al ritmo de la música. Toma el micrófono como si fueran uno y empieza a cantar. Una ráfaga de flashes se disparan sobre el escenario, mientras Nicole entona su canción Agua Salá´. Entre frases en inglés y en español, los oyentes se van envolviendo en la voz de la soprano, unos con ojos cerrados, otros embelesados y, por supuesto, otros como paparazzis.
Así como cuando empezaron a afinar, los instrumentos van cesando uno a uno.8:43pm Siguen llegando personas al lugar, las mesas del jardín no se distinguen entre la multitud. Se escuchan comentarios en distintos idiomas, mientras inicia la segunda canción.
Los aplausos no paran y se procede a la próxima canción. Un solo instrumental, en que los músicos intercambian miradas y juegan entre ellos. Rocío le sonríe a Andy Villanueva en la batería, mientras “Atisol” en el piano y “ Pacheco” en la segunda guitarra, con ojos cerrados sienten la melodía. Nicole se dedica a danzar, de manera que los pliegos de su vestido se envuelven en el viento, creando una sensación mística.
Ahora están todos listos para la siguiente canción, una adaptación de Marola de Pavel Núñez. Rápidamente el ritmo latino impera sobre el clásico y las caderas empiezan a menearse a 2/4. Entre botellas de vino y cervezas, algunos empiezan a cantar las letras y a bailar entre ellos; y sin los espectadores darse cuenta la noche está casi terminando.
Aún se oyen los últimos aplausos al iniciar la próxima canción. En ésta el piano es el líder, ya casi a las 10pm, y sin saber que en los próximos 10 minutos acabaría el show, aún siguen llegando espectadores, entre los más llamativos un dóberman que acompañaba a su dueña. Unos minutos más tarde, Nicole anuncia su última canción, “Sur”, un “¡qué!” entristecido se oye entre el gentío, mientras Santiago inicia su canto.
Los aplausos despiden a Nicole y su banda. Y poco a poco las personas se van retirando de la locación. Unos chicos se aproximan, desmontan los instrumentos y las bocinas. Paulatinamente, la calma de las antiguas Escalinatas del Conde se recupera. Es hora ya de dejar atrás el marco de piedra, y repetir en inverso el camino. Los 30 metros del Conde, dibujar la cuadricula colonial, salir del parqueo y cruzar la ciudad. No queda ya, más que esperar con ansías el próximo jueves cuando la banda de la Universidad de Samford, dará una nueva voz a la nueva entrega de las Noches de Jazz.
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